Cuarenta
días que se olvidarán cuando, la tarde del 14 de abril, la cruz de guía
de la hermandad lasaliana -la de las palmas y hebreos de corazón
cofrade-, deslumbre con su plateado al sol de un domingo radiante. Desde
entonces, sólo 7 serán aquellos días que nos perforen los sentimientos.
Esos mismos que siguen padeciendo mirando previsiones meteorológicas,
rogando a Dios y el mazo preparado por si hay que romper al corazón
esperanzado.
Corazón esperanzado que recuerda el año que padeció la
última Semana Santa glorificada de sol, latiendo incesante y vigoroso
ante la visión barroquizada del tormento, dulcificada, más aún, con
salmos en pentagramas.
Salmos en pentagramas que se encargaron, en la olvidada Cuaresma, de darle vida a la muerte misma que acompañarán. Calvarios de tríos mimosos que son nanas para el crucificado, de do-re que suena al lituus romano, que era aviso mismo del sacrificio que los latinos proclamaban. Notas de Pasión, notas de oración.
Oración
que nos hizo caer al polvo un miércoles de cenizas, que nos hizo
salmodiar la fe a Cristo y María en interminables actos devotos de
domingos de chaquetas y veneras colgadas en orgullosos pechos cofrades.
Oración que se harán lágrimas que se enjugarán en antifaces que ocultan
el rostro del pecado mismo en la imagen de un penitente.
Penitentes
que colorearán de rojos, negros, verdes, azules, blancos, las calles de
nuestra tierra. Cada color un amor, cada color una tradición de padres a
hijos, cada color una unión, cada color la Pasión.
La
Pasión... La Pasión deja atrás una Cuaresma olvidada que anunciaba
calles engalanadas y aromatizadas de fervor; calles revestidas de ceras
de pureza, de sacramento, de respeto o de dolor. Calles ahogadas de
gentes que buscan al Hombre que vive en la casa de Dios, que recuerda
cada día del año su sufrimiento en altares. El Hombre que padeció de la
columna al Madero, del Madero al sepulcro, del sepulcro hasta la
resurrección.
Resurrección
otro nuevo año es a lo que la Cuaresma nos llevó. Resurreción en la
esperanza que empieza un Domingo de Ramos, un 14 de abril...
14 de abril, tarde de Domingo de Ramos, se abren las puertas y en el dintel una cruz plateada que resplandece más que el sol.
¡Ya es Semana Santa!