miércoles, 28 de mayo de 2014

''El padre Rafael Vez'', por Juan Antonio Carrasco

Trasladan al padre Vez.
Tras años en la parroquia de San José Artesano, el obispado gaditano decide que su labor tendrá que ser llevada a cabo en Conil de la Frontera. En la parroquia de Santa Catalina tendrá la ocasión de seguir haciendo aquello para lo que se ordenó: servir a Dios, ser pastor de almas y consejero espiritual en aquellas santas casas que le encomienden.
Conocí al padre Vez hace ya unos años cuando mi hermandad decidió buscar un sacerdote para su función principal. Decidimos que él era la persona idónea. Sus homilías, tan participativas como notables, eran revulsivo. Imprimían de novedad, de frescura, de gracia y expectación -¿por qué no?- aquellos días de triduo y función.
El padre Vez, que también acudió gustoso con anterioridad a dar charlas para los jóvenes -y los que no lo eran tanto- del Ecce Homo reflejaba sin lugar a dudas, con su aspecto de bonachón y aquél suficiente abdomen, la nueva Iglesia que el Sínodo Diocesano del 2000 quería replantear.
Pasan los años, y su paso por la mismísima SEO de Cádiz, por ejemplo y su estrecha relación en el arciprestazgo isleño denota la capacidad y la mano derecha de este curita simpaticón (dicho con respeto, por supuesto), hasta su entrada en la iglesia "parqueña".
Quizás ese fue un punto de inflexión. Puede que los años en aquella parroquia que empezaba a ser grande, no ya por la construcción en sí, sino por los grupos cristianos formados que provenían de aquella otra humilde que formaba parte del colegio "Casal Carrillo" -como eran las hermandades de Prendimiento y Rosario-, y las nuevas formaciones, como las comunidades neocatecumenales y la cofradía de la Resurrección, que nacieron en el seno rugoso de las nuevas paredes de aquella iglesia que parecía que nunca se fuese a construir, empezaran a ser un cúmulo de encuentros (o desencuentros para alguna) como ocurre en toda relación pero esta vez los intervinientes eran "gente de Iglesia".
No puede juzgarse a una persona del calado religioso y social del padre Vez por escritos en medios periodísticos -y sí, me refiero a su relación con la hermandad del, hoy, Viernes Santo-, considerando lo parcos que pueden llegar a ser los componentes del gobierno de la citada corporación penitencial. Y asimismo digo sobre su actitud -la del renombrado prelado- frente a vecinos que se quejaban de lo molesto de la banda musical que ensayaba en sus  dependencias, defendiendo la labor de aquellos jóvenes músicos. Como la complicada relación con miembros neocatecumenales y su decisión de cortar por lo sano. O el inestimable empeño con el coro de aquella parroquia.
Qué difícil es la convivencia. Qué complicado es caer en gracia de todos. Qué enrevesado darles a los hijos el pedazo de pan que le corresponde. Qué duro saber que se tienen responsabilidades que pueden no ser entendidas en su estricto concepto y, por ende, ser señalado por actuar de una forma u otra, sin necesidad de agradar al conjunto.
El padre Rafael Vez tiene una nueva misión evangelizadora -la misma en realidad pero modificando ubicación-. Le precederá su fama última de cura duro de roer. De fundamentalista del orden y como un hombre de hierro para tratar con las cofradías y otros colectivos devotos. Se evidencia la puesta en escena que, de forma pública, conmina la siempre llamativa presencia de este ministro de la fe.
Aún así, Rafael Vez es humano. No tiene el don de la verdad absoluta. Puede errar y volver a cometer la misma equivocación. Incluso, su percepción sobre el colectivo, al que debe guiar como director espiritual, puede estar confundida, porque estos grupos no actúan por cuenta ajena, sino guiados por el sendero marcado por su dirección. Pero su papel es ese... El de guiar. Y el error en sus actos o, mejor dicho, el exponer sus decisiones a la opinión pública dificulta su cometido, pues llega con una vitola que, quizás, se le haya impuesto con total injusticia. Eso sólo repercute de forma negativa.

¿Quién yerra y quién tiene razón sobre el papel que desempeñará el padre Vez en Santa Catalina? Sin pensarlo, quien opine que es un gran fichaje para iglesia conileña. Aunque no está de más recordar que su papel es dar luz y, en La Isla, ha dado sombra en más de una ocasión.
Se va de San José Artesano un curita cañón, sin menor atisbo de dudas. Uno de esos luchadores que hizo que muchos jóvenes, hace años, nos acercáramos a sus misas a escuchar la Palabra dicha para oídos neófitos; que viésemos en él el guía que creíamos necesitar en nuestras parroquias.
Controversias aparte, porque quien las busca y remueve puede darse de bruces con un muro de lamentaciones donde cada cuál deja escrita su propia pena, de lo que estoy plenamente convencido es que el padre Rafael Vez no dejará indiferente a su nueva feligresía.
Que Dios le siga guiando en su nueva etapa